El Pago siempre rememora el terruño, lugar único y sensible. La fantástica comunión con la viña y su entorno eso es Aylés, una bodega que añade a sus vinos la experiencia y esfuerzo de su gente. Lo demás es historia y ¡vaya si la tiene!. Vinos con personalidad hechos con cariño, respetando su entorno, con aromas a naturaleza viva. El deseo de un gran hombre se hizo realidad en Aylés: su visión, amor al vino y el campo ha dado sus frutos. La Bodega y sus vinos recorren el mundo con la frente bien alta y el trabajo bien hecho. Salud!))
Imagen tomada de la web Pago Aylés |
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Entrevista
mantenida en la Bodega Pago Aylés con Inmaculada Ramón Reula, miembro del
Consejo de Administración y Directora de Elaboración y Félix Moreno Valiente,
Director Comercial.
C.S. Muchas gracias por la invitación y concederme la entrevista
I.R. A ti por venir
C.S. Cuéntame, ¿cómo nace el proyecto AYLÉS? Sabemos que en 1992
se compra la finca, y se llamaba Bodega “Señorío de Aylés”
I.R. No, la finca se
llamaba Aylés, sólo Aylés. Aún no estaba la bodega. Se ha llamado Aylés
siempre, los primeros documentos que encontramos se remontan al S. XII.
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C.S. Y el nombre ¿sabéis de dónde proviene? ¿es un nombre árabe?
I.R. No, la “Y” marca como
castellano antiguo, porque ahora apenas se utiliza en los nombres, pero no
sabemos de dónde es. Es más, si escribes “Aylés” en un buscador de Internet
salen muchas personas con el apellido Aylés, así, tal cual suena y lo
encontramos en Estados Unidos y en Inglaterra, ¡fíjate si quedan lejos! En el Polo Norte hay un iceberg con el nombre
de Aylés. Nos gustó mucho el nombre. Es muy sonoro, es corto y cuando se hizo
la bodega pensamos llamar directamente al vino “Aylés”
C.S. Es curioso.
I.R. La verdad es que sí,
es un nombre curioso. A mí me gustaría saber de dónde proviene el topónimo.
Quizá pregunte en la Universidad a ver si me pueden ayudar a averiguarlo,
porque es un nombre muy singular.
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C.S. Sí, la verdad es que es un nombre singular.
F.M. Un historiador hizo un
estudio y encontró la documentación donde iba saliendo el pueblo.
I.R. Sí encontró el nombre
del pueblo pero no lo que puede significar el nombre o de dónde viene el
nombre.
C.S. La bodega en sí, esto era una zona donde había monjes
cistercienses establecidos.
C.S. ¿Tenían establecido un convento aquí?
I.R. No, convento no hubo.
Esto era una zona que roturaron ellos. Toda esta zona era musulmana y cuando la
conquistaron los soldados, los monjes iban como de avanzadilla, iban labrando,
roturando, plantando... La finca Aylés entonces ya existía como tal, ya la
llamaban Aylés y fue cuando comenzaron a plantar viña, olivo, cereal… los
típicos cultivos de la zona. Hubo unos años que sí que coincidieron los monjes
cistercienses en el Monasterio de Rueda y
en esta finca. Posteriormente, la finca pasó a manos de la nobleza y
durante unos siglos estuvo en sus manos. Tras ellos la finca pasó a manos de
una familia que la mantuvo hasta que la descubrió mi padre a principios de los
90. Lo más curioso es que después de tantos siglos la finca se mantiene intacta,
no ha sido dividida en parcelas más pequeñas. Aylés es una finca muy grande,
tiene 3.000 Ha y sigue estando “en una sola pieza”. Durante mucho tiempo fue
aldea, municipio propio, y ahora depende de Mezalocha. La finca se compró en el año 1992. Estaba muy dejada, hubo que poner en marcha
prácticamente todo, lo cual a mi padre le gustó mucho porque era un enamorado
del campo. Estamos en el año 2013 y empieza a lucirse todo el trabajo y el
esfuerzo hecho por mi padre y seguido luego por todos nosotros, pero fueron
muchos años de duro trabajo…
C.S. Contadme los 20 años que lleváis en la finca…
I.R. Primero hicimos un
estudio de aprovechamiento de la finca, de lo que podíamos hacer con ella, de
ver lo que iba a funcionar mejor. La viña enseguida salió, obviamente, porque
esta zona es de mucho viñedo, con
tierras estupendas para ello y enseguida nos ilusionamos con el
proyecto. Las primeras plantaciones son del año 1995.
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C.S. ¿Qué tipo suelo tenéis?
I.R. Arcilloso-calcáreo
como en casi toda la zona. Dentro de la finca, en el estudio de zonificación
que tenemos, hay distintas parcelas que tienen distinta composiciones de tierras. De hecho, hay zonas aptas donde se
permite plantar viñedo de Pago y hay otras que no. Dentro de las 3000 Ha. de Aylés, no todas tienen la
calidad exigida para hacer una plantación de Pago.
C.S. ¿Cómo habéis llegado a la categoría Vinos de Pago?
I.R. Cuando llevábamos
ya con la bodega unos 5 años, mi padre se empezó a dar cuenta del potencial tan
bueno que teníamos aquí, que lo que nos habíamos imaginado se estaba haciendo
realidad. Le hablaron de los Vinos de Pago, de los requisitos que había que
cumplir, que solamente se daban en Castilla y se dio cuenta de que Aylés
cumplía prácticamente con todos ellos. A partir de ahí, tuvimos que
demostrarlo, hubo que hacer unos estudios de tierras, de zonificación, llevado
a cabo por ingenieros agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid. Las
conclusiones que se extraen de este estudio es que la finca tiene un microclima
propio y unas tierras excelentes para el cultivo de la vid. Tenemos unas
características propias que hacen que la finca sea única.
Otro estudio hecho por la Universidad de Zaragoza, sección de Química
Analítica de la Facultad de Ciencias, avaló la singularidad de los vinos de
Aylés. Tanto el análisis sensorial como el análisis químico de los componentes
del aroma, afirman que nuestro vinos son especiales aromáticamente y diferentes
a los del entorno. En definitiva y resumiendo mucho, que de esas tierras que
son especiales y diferentes, se obtiene
un vino diferente.
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C.S. La finca es un espacio protegido ¿verdad?
I.R. Sí, es un espacio
protegido tanto de fauna como de flora por la U.E. Y hay mucha diversidad.
Deben de vivir muy bien aquí, porque ¡no se van! Les gusta mucho Aylés. Están
tan a gusto entre las uvas… Todo eso se
nota en la personalidad del vino. Sus
aromas nos expresan la variedad de flora que tenemos alrededor. Mi padre se dio
cuenta de que cumplíamos todos los requisitos. Pero la normativa no es
nacional, sino dependiente de las CC.AA. Entonces, en Castilla La Mancha sí que
había Vinos de Pago, y en el resto de España aún no había. Después de hacer
esos estudios, que simplemente el de zonificación duró un año y medio de
trabajo, pedimos la solicitud a la D.G.A. Resultó un trabajo muy duro y muy
largo.
C.S. ¿Cómo nace esto del Pago?
C.S. Además de las D.O. en España, ¿por qué se crea el Pago? En este momento, incluyéndoles a Uds. hay 15
en España. Hay mucha gente que esto no lo sabe. P.ej. en Asia y en otras partes
del mundo no se conoce esto. Me gustaría que lo explicases.
I.R. Nos hemos dado
cuenta, tras 3 años trabajando con el Vino de Pago, que todo el esfuerzo
invertido mereció la pena. Estamos muy contentos. Aunque también te das cuenta
de que el consumidor no sabe qué es un Vino de Pago. La definición de Vino de Pago: Paraje o sitio
rural con características edáficas y de microclima propio, que lo diferencian y
lo distinguen de otros de su entorno (…) de cuyos viñedos se obtienen vinos con
rasgos y cualidades singulares (…)
Un vino de Pago tiene que cumplir por definición unos requisitos, de la
tierra, un microclima especial; que en esa tierra especial tienes plantadas
unas viñas que van a dar una uva diferente, porque están allí, uvas que van a
producir un vino también único y singular que se va a diferenciar de los de
alrededor. Eso es un Vino de Pago. Lo que ocurre es que además de todas esas
cosas, necesitas cumplir con muchas obligaciones relacionadas con el proceso de
producción, de elaboración, de calidad, de embotellado…al final, todo lo que te
avale máxima calidad.
C.S. Esto ocurre solamente en España ¿no?
I.R. Sí, pero es como el
Chateau Francés, que las diferenciaciones están en la tierra, son distintas a
las nuestras.
F.M. También existen otros
requisitos territoriales y geográficos, quiero decir, para ser un Vino de Pago
la bodega debe de estar en el viñedo y éste debe estar perfectamente acotado.
No se puede tener un Pago X, si mi
bodega está aquí y el viñedo a 15 km.
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C.S. ¿Siguen estando dentro de la D.O. Cariñena?
F.M. Hay parte de nuestro
viñedo que sí que pertenece a la D.O.
I.R. Sí, otro de los
requisitos que hay que cumplir es que el viñedo tiene que tener un mínimo de antigüedad.
Y actualmente no todo nuestro viñedo lo cumple, por lo que con esas viñas no
podemos elaborar Vino de Pago y sí vinos con DO.
F.M. Bajo mi experiencia, la
manera más directa y sencilla de explicar todo esto al consumidor final, es
indicando que un Vino de Pago se traduce en
la “diferenciación”; nuestros vinos son distintos a cualquier otro vino
que se produce en nuestro entorno. Este es el quid de la cuestión.
I.R. Yo creo que es lo más
importante: diferenciación.
F.M. Por todo lo que implica
esa diferenciación es como si fuese una denominación de origen propia. Hay D.O.
Rioja, D.O. Rias Baixas…D.O. Pago Aylés. La diferenciación implica que Aylés es
una denominación de origen en sí misma. Única y exclusiva. ¿Dónde posicionas
esto? Pues con el sistema piramidal de calidad que existe, lo ponemos arriba.
I.R. Porque somos pocos
los que conseguimos cumplir todos los requisitos de calidad y singularidad que
se requieren.
F.M. Comparándolo con el
sistema de vino francés, sería similar al Grand Cru Classe francés. Es la forma
más sencilla de explicar qué es el Vino de Pago al importador de otro país.
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C.S. El hecho de ser una “D.O. propia” ¿no tenéis un apoyo
externo? Una bodega que está en una D.O. tiene el apoyo del grupo de la D.O…
I.R. Ya te entiendo. No,
en este caso nosotros estamos solos.
C.S. O sea, por un lado es una diferenciación, una exclusividad,
pero aparte es una responsabilidad.
F.M. Exactamente, dependemos
exclusivamente de nosotros, para lo bueno y para lo malo.
I.R. Pero también nosotros
somos los únicos que queremos que el vino esté estupendo…porque es “nuestro
vino”. Es un nivel auto exigido. Somos los mayores interesados y responsables
de que nuestros vinos gusten mucho y así mantener nuestra reputación.
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C.S. Me ha encantado la explicación, es muy clara. ¿Cuál es la
cepa más antigua que tenéis plantada en la finca?
I.R. Tenemos unas de los
años 40, de garnacha blanca. Cuando mi padre compró la finca ya estaban.
C.S. Y esa ¿está dentro del terreno de Pago?
I.R. No, esa no está
dentro de Pago. De hecho hay muy poquitas vides y no las utilizamos ahora.
Tienen ahora un rendimiento muy bajo. La
primera plantación que hizo mi familia es del año 1995. Pero en Aylés siempre
ha habido viña.
C.S. ¿Qué variedades habéis plantado?
I.R. Garnacha,
Tempranillo, Merlot, Cabernet. Estas fueron las primeras variedades que
plantamos, las primeras 25 Ha. Luego se siguió con Chardonnay, y con Syrah, y
queremos plantar un poco más. Queremos seguir las plantaciones con garnacha.
Poco a poco… despacito y con buena letra…
C.S. Qué vino es el más han vendido hasta el momento y que mejor
aceptación ha tenido en el mercado?
I.R. El Aldeya Garnacha.
F.M. Esta es una pregunta con
trampa. El que más se vende es el de mejor relación calidad-precio, dada la situación
económica actual. El que más aceptación…creo que un poco todos, distintos entre
sí, para públicos y momentos distintos.
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C.S. ¿Cómo habéis planteado la exportación? Es un trabajo muy
complicado en estos momentos.
I.R. Sí, es muy
complicado. En un principio Aylés exportaba muy poquito, era todo consumo
nacional y en estos momentos exportamos aproximadamente un 65-70% de la
producción. Hace unos años que nos dimos cuenta que las cosas se complicaban en
el mercado nacional y supimos que algo había que hacer: cambiar nuestra
política comercial.
C.S. ¿Les ha afectado la crisis? ¿de qué manera?
C.S. Uds. vieron que había una crisis en ciernes y se dieron
cuenta de que tenían que salir a vender ¿no? ¿Cómo lo habéis hecho, haciendo
una piña toda la bodega?
I.R. Exactamente, así fue.
Los esfuerzos se centraron en la exportación. Comenzamos a salir más a otros
países. Hubo que ampliar plantilla para dar apoyo al Departamento Comercial.
Yendo no sólo a ferias nacionales, sino a otros países: Alemania, Reino Unido,
Malasia…a presentar el vino al mundo.
F.M. Para nosotros ha sido
anticíclico. Llegó casi al mismo tiempo el reconocimiento del Vino de Pago y
los momentos más duros de la crisis que atravesamos en España. Pero teníamos la
idea prefijada de que íbamos a echar toda la carne en el asador cuando el
reconocimiento de Pago llegase. La crisis no nos ha restado esfuerzo ni
ilusión, sino todo lo contrario, cuanto más duro estaba el tema, la propiedad y el equipo de bodega puso más esfuerzo y más confianza en un
proyecto que no ha sido algo instantáneo, de 2 o 3 años, estamos hablando de un
proyecto de 10-15 años. Seguimos haciéndolo ahora la crisis nos ha hecho empujar
más: ¿hay crisis? Si no quieres taza, taza y media, encima de que somos maños
(risas) somos cabezotas. La crisis nos ha dado más fuerza que afectarnos
negativamente.
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C.S. Esto es importante porque la gente debe saber que el trabajo
sin sacrificio, no es nada. Hacer dinero en un año ó en dos y me retiro, no
existe.
F.M. Este proyecto no es
casual.
I.R. Llevamos 20 años de
trabajo detrás y se están viendo los frutos desde hace muy poco tiempo. Han
sido muchos años de mantenerse, seguir trabajando y tener la convicción de
hacerlo. Y hay momentos en que llegas a pensar ¿me estaré equivocando? Pero ya
hemos dicho que somos maños, y estábamos empeñados en algo que creemos que es
importante. Se tienen momentos de todo, pero la verdad es que después de haber
trabajado tanto y después de mucho tiempo, te da una gran satisfacción ver que
has llegado a esto, ¡y hay que seguir trabajando! Queda mucho camino por
recorrer, esto sólo es el principio. Al final, aquí hay 15 personas trabajando
y podemos vivir todos de este proyecto, eso es algo que hay que tener en
cuenta.
C.S. Eso es una gran responsabilidad, darle trabajo a tanta gente.
I.R. Si que lo es. No es
una empresa de 500 personas, pero que 15 familias vivimos de la bodega y
esperamos que más en el futuro.
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C.S. Y además el entorno, este entorno está vivo, y lo está,
¡¡¡porque la bodega está aquí!!!
I.R. Exacto, así es.
C.S. ¿Qué parte de la producción la vendéis en el mercado
nacional?
I.R. Pues si la
exportación es un 65-70%, el nacional es un 30-35%. También hay que decir que
el mercado nacional ha aumentado notablemente estos tres últimos años y sigue
aumentado más gracias al Pago; antes el mercado era prácticamente Zaragoza.
F.M. Sí, y ahora estamos
cubriendo aproximadamente el 70% de España.
C.S. ¿Y qué tipo de vinos? ¿Más de alta gama? ¿O hay de todo?
F.M. Hay de todo. Nuestra
gama alta es el “3 de 3000”. Pero por su precio no es un vino para diario,
obviamente. La gama media-alta la componen el 70% de nuestros vinos,
representando el vino de Pago aproximadamente un 33-35%. Y es en este terreno donde nos
movemos.
C.S. ¿Qué producción tenéis en botellas?
I.R. Exportación en botellas aprox. 400.000 botellas, en total
unas 600.000 botellas, dependiendo de la producción del año. Este año, ¡la
cosecha tiene muy buena pinta!
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C.S. La cosecha de este año ¿va a ser como la del año 2004?
F.M. Es muy pronto para
hablar, aunque puede estar entre la del 2004 y la del 2000.
C.S. ¿Cómo veis el futuro y qué planes tenéis a largo plazo?
I.R. El futuro que veo y
nuestros planes deben ir juntos, queremos seguir creciendo y fidelizando a
nuestros clientes, que nos conozcan, reconozcan y sigan trabajando y confiando
en nosotros. Desde nuestros importadores a nuestros distribuidores y sobre todo
el consumidor final que es quien nos examina cada día. Nuestro reto es mantener
nuestras relaciones durante mucho tiempo y que la persona que beba un Aylés
reconozca nuestro estilo y calidad. Si conseguimos esto estaremos muy
satisfechos.
C.S. ¿Cuántas personas trabajan en la Finca?
I.R. Quince personas
normalmente, pero cuando hay momentos de trabajo puntuales, por ejemplo en la
época de poda, hay que meter una cuadrilla de 20 personas para ayudar. Pero en
el día a día somos 15. Que para ser
campo, es una buena plantilla.
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C.S. ¿Queréis agregar algún mensaje?
I.R. Espero que hayamos
podido transmitir el mensaje más importante. Que quede clara la explicación de
“qué es el Vino de Pago”, por el desconocimiento que hay. Que la gente lo
reconozca como diferenciación y calidad. Que se sepa que hay mucho trabajo
detrás.
C.S. ¿En la bodega trabajáis toda la familia?
I.R. Sí, trabajamos la
familia, y sin que suene cursi, todos los que trabajamos nos sentimos familia.
C.S. Sí, se nota
I.R. Entre nosotros
tenemos muy buena relación, tenemos casi todos las mismas edades. Todos pasamos
por las mismas situaciones personales similares. Estamos aquí todos los días
juntos. Lo más importa de Aylés es eso, el grupo de personas. Tener un equipo
bueno de gente es muy importante, es lo mejor que te puede pasar. Hay que
cuidar la viña muy bien para que luego te salga un mejor vino, pero tener
confianza en la gente con la que trabajas es una gozada. Siempre hay problemas,
pero con gente de confianza, se afrontan mucho mejor las situaciones y se
encuentran las soluciones.
C.S. La importancia de esto genera energía al exterior.
F.M. Todo se transmite.
¡Hasta el vino lo nota!
I.R. Sí, se nota en el
producto. Si no se trabaja a gusto, se hace “mala uva” y con “mala uva” no se
puede hacer buen vino (risas) Cuando veo a gente que está tan mal con sus
trabajos, que lo pasan tan mal…me da apuro decir que yo no estoy mal, que estoy
encantada de la vida. Y no es que viva en un mundo irreal, que tenemos también
problemas: el cliente que se te enfada, qué pasa con este depósito que no
termina de fermentar, una máquina que se estropea y la reparación cuesta un
dineral…Que todos tenemos nuestras noches en vela.
F.M. Y el negocio del vino,
que no hay dos años iguales…Esto es lo maravilloso. Se te presentan retos día a
día.
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C.S. Muchas gracias por la entrevista. In vino veritas, longae vitae!))
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